sábado, 18 de mayo de 2013

Libros: Mark Twain
A veces uno solo puede responder apelando a la memoria, tratando de reconstruir lo que ha significado la experiencia de la lectura de algunos autores. Cuando eso no ocurre recurro a buscar en la biblioteca y lo releo. Siempre me ha gustado su talento espontáneo y desaliñado y su poco interés por la forma, como indica de él Italo Calvino en “Porque leer los clásicos”. Su acercamiento a los temas y a los personajes de forma irónica, tierna y ácida. Como cambian los tiempos. Se tiene constancia de que Mark Twain pensaba que sus escritos no pretendían “hacer más cultas las clases cultas”; consideraba que no estaba preparado para ello y que su objetivo era entretener y divertir a las masas.
Cuando se leen sus libros y escritos (por ejemplo Las aventuras de Tom Sawyer, Las aventuras de Huckelberry Finn, El forastero misterioso, Los escritos irreverentes, El diario de Adán y Eva, El hombre que corrompió a Hadleyburg, etc) uno no puede estar de acuerdo con lo de su preparación y dar constancia de que además de entretener y divertir a las masas, consigue que una parte de la misma pueda reflexionar, si le quedan neuronas libres que no estén ocupadas en chorradas, en el dinero como único fin que mueve a los humanos, en el dinero como ente abstracto que no se ve pero que se nota su presencia (lo que ahora se entiende por ingeniería financiera: cifra de un cálculo que solo existe en el papel, convención lingüística que no remite a ninguna realidad sensible), en el poder y en la corrupción.