Como
decía Darth Vader en La guerra de las galaxias: “Tu
falta de fe resulta molesta”, pero cuando a lo anterior (aplicado al
hecho de convencer a los descerebrados) se suma la constatación de que cada vez
es más numerosa la primera tribu es decir la de los gilipollas (dicho de
Sherman Alexie en El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial:
“El mundo se divide en dos únicas tribus, la gente que
es gilipollas y la gente que no lo es”), lo mejor es refugiarse en por
ejemplo unos buenos libros para no deprimirse. Como dice el dicho friki: “Errar es humano, pero para cagarla de verdad necesitas la
contraseña raíz”. Pues es asombroso la cantidad de gente que sabe la
contraseña raíz. Debe de ser que nacen con ella en los genes.
Tres
libros: uno entretenido de Noah
Gordon “El comité de la muerte” (rocabolsillo), aunque después de leer
del mismo autor tres estupendos libros “El médico”, “Chamán” y “La Doctora
Cole” con un fondo también sobre temas médicos, la temática ya cansa un poco. De todas formas es un
gran novelista.
Otro,
es un librito de Sokyo Ono
tiulado “Sintoísmo: la vida
de los kami” de la editorial Satori. Estupendo el contenido y el continente. Sencillo y
claro en el resumen de dos milenios de creencias religiosa en Japón.
El tercero es del Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alcalá de Henares Juan Juaristi: “Miguel de Unamuno”. Pertenece a la colección de españoles eminentes de la editorial Taurus. Estupendo libro para una lectura pausada y tranquila sobre un personaje clave y contradictorio en la España del fin del siglo XIX. Es acertada la definición de Unamuno como el primer intelectual moderno del país de entonces.
El tercero es del Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alcalá de Henares Juan Juaristi: “Miguel de Unamuno”. Pertenece a la colección de españoles eminentes de la editorial Taurus. Estupendo libro para una lectura pausada y tranquila sobre un personaje clave y contradictorio en la España del fin del siglo XIX. Es acertada la definición de Unamuno como el primer intelectual moderno del país de entonces.