En lo asombroso que
es el funcionamiento del cuerpo humano, la célula ocupa un lugar preferente.
Después de todo como alguien ha dicho somos un saco de “células con patas…..de
células”. Últimamente he leído dos libros, muy bien traducidos al español por
TusQuets Editores en la colección Metatemas, de Lewis Wolpert profesor emérito
de biología molecular del King´s College de la Universidad de Londres titulados
“Como vivimos, porque morimos” y “Por ti no pasan los años”. De su lectura
complementada con otras lecturas, deseo como aficionado ir destacando algunas
cosas.
Dentro e inmersas
en la célula (viven en el citoplasma y no en el núcleo) me han llamado la
atención las mitocondrias por ser las fuentes generadores de la energía que
necesita el organismo. La generación del combustible que después “quemaremos” se
realiza mediante un mecanismo sencillo y a la vez sofisticado denominado de
gradiente de protones que se viene produciendo en las células desde hace miles
de millones de años. Para entendernos la energía la producen a partir del
oxígeno que respiramos y del hidrógeno de los carbohidratos que ingerimos. Una
persona que ha trabajado largo tiempo sobre las mitocondrias es D. Wallace.
Pues bien, he leído
que el ganador del Premio 2012 de Genética de la Fundación Gruber ha sido
Douglas C. Wallace, PhD, profesor de Patología y Medicina en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Pennsylvania.
El Prof. Wallace
explica que las mitocondrias se heredan a través del citoplasma y como el óvulo
contiene unas cien mil mitocondrias y el espermatozoide solo unas pocas, en la
fertilización las mitocondrias proceden de la madre. Tema claro, la energía
procede de la madre.